Nuestro socio Antonio Rubilar conversó con Diario Financiero sobre la huella ecológica asociada a la inteligencia artificial y la regulación del proyecto de ley que regula el uso de los sistemas de IA en Chile.
La huella ecológica asociada a la inteligencia artificial es alta. Así lo asevera un estudio reciente de la Universidad de Massachusetts Amherst, al revelar que el entrenamiento de un único modelo generativo de IA puede consumir hasta 284 mil litros de agua y que la producción de herramientas de IA gasta actualmente entre el 3% y el 4% de la energía mundial, lo que podría elevarse a 25% en 2030.
Un punto clave que resalta el director ejecutivo de Data & AI de Accenture Chile, Francisco Rojas, es que las emisiones relacionadas con la IA aumentarán más de diez veces, llegando a 718 millones en 2030, sobre la base de un estudio de la misma consultora. ‘Esto es debido a que la IA puede aumentar el consumo de energía y agua, especialmente en sectores intensivos en datos como el procesamiento de grandes volúmenes de información, el entrenamiento de modelos de aprendizaje y la operación de centros de datos’, explica.
En Chile, la adopción de IA se está dando principalmente a través de su integración en servicios digitales ampliamente utilizados, dice el subdirector de planificación y control de gestión de la Agencia de
Sustentabilidad y Cambio Climático de Corfo, Ambrosio Yobánolo del Real. ‘Mayoritariamente se trata de servicios desarrollados y provistos desde el extranjero’, acota, y añade que en este escenario, la gestión de su impacto ambiental recae en tres frentes: ‘Primero, en la cooperación internacional; segundo, en la infraestructura local que soporta estos servicios, como los centros de datos y redes de comunicación; y tercero, en la promoción de un uso responsable’.
El profesor del departamento de Ciencia de la Computación de la UC, Marcelo Mendoza, recalca que, si bien no es una preocupación nueva, hoy es fundamental incluir el impacto ambiental como criterio en la evaluación de modelos y tecnologías, ‘en distintas fases del ciclo de vida del sistema IA’ y un monitoreo del consumo mientras está en producción.
Coincide el socio líder del Grupo de Derecho Público y Mercados Regulados de Albagli Zaliasnik, Antonio Rubilar, quien subraya que actualmente está en discusión en el Congreso el proyecto de ley que regula el uso de los sistemas de IA. ‘En su artículo 7°‘, la normativa caracteriza como sistemas de alto riesgo a aquellos que pueden causar perjuicios al medio ambiente‘, dice, y afirma que para garantizar que la IA sea ‘verde’, se necesitan regulaciones donde se asegure que una parte importante de la energía utilizada sea renovable.