Este conflicto revela la necesidad de que las empresas que operan con IA revisen licencias, fuentes de datos y cláusulas de desarrollo tecnológico.
Lo que comenzó como una disputa judicial por infracción de derechos de autor terminó finalmente transformándose en uno de los acuerdos más relevantes del año para la industria musical y para el mundo de la propiedad intelectual.
En primer lugar, es necesario remontarnos a principios del 2025, cuando la empresa Warner Music detectó que plataformas como Udio estaban generando composiciones y voces que imitaban de forma precisa a artistas reales pertenecientes a sellos discográficos tradicionales.
Udio, reconocida por su plataforma de creación musical basada en Inteligencia Artificial, empezaba a adquirir notoriedad porque permitía a los usuarios generar canciones completas en segundos, con voces y estilos que recordaban a intérpretes mundialmente conocidos. Esto, para Warner, era una señal de que su repertorio había sido utilizado sin autorización para entrenar dichos modelos.
La demanda de Warner a Udio
El inicio del conflicto no se debió solamente al resultado final de las canciones generadas, sino que al entrenamiento del modelo. Si el sistema había aprendido directamente a partir de obras protegidas sin obtener una licencia o autorización previa. De esta manera, Warner basó su demanda mencionando que la utilización de su catálogo de grabaciones, melodías, voces no podía utilizarse para alimentar un sistema de inteligencia artificial, sin contar con una autorización expresa.
Dicho ello, Udio decidió no prolongar el conflicto e inició conversaciones con la empresa Warner que desembocaron, meses después, en un acuerdo de conciliación extrajudicial.
Lo interesante es que la resolución no se centró solamente en poner fin a la demanda. Según la información divulgada, Warner Music y Udio no solo cerraron el capítulo judicial, sino que dieron un paso inesperado, en donde ambas empresas anunciaron el lanzamiento conjunto de una plataforma de suscripción basada en IA, cuyo lanzamiento está previsto para el 2026.
Qué es y cómo funciona esta nueva plataforma
Según lo reportado por el medio de noticias, Reuters, esta plataforma funcionará con modelos entrenados exclusivamente con música debidamente autorizada, es decir, con repertorios que cuenten con licencias formales y con la participación de artistas, compositores y productores representados por la propia discográfica. La idea es que el proyecto combine innovación tecnológica sin vulnerar los derechos de autor.
La idea detrás de esta nueva plataforma es ofrecer a los usuarios la posibilidad de crear canciones, remixes o versiones completas usando voces inspiradas en artistas reales, o en estilos musicales clásicos, pero siempre con las autorizaciones necesarias exigidas.
Asimismo, se reveló que Warner habría establecido que la participación de los artistas en la nueva plataforma no será automática, sino voluntaria. Es decir, cada intérprete podrá decidir si permite o no que su nombre, su voz o cualquier rasgo identificable sea utilizado por la inteligencia artificial para generar nuevas obras.
Ese mecanismo de “opt-in” es significativo porque reconoce que la identidad artística es un activo protegido y que su uso requiere consentimiento.
La decisión de Warner de transformar un litigio en una alianza es, en realidad, una señal de cómo la industria está empezando a visualizar como aplicará la inteligencia artificial en un futuro.
De hecho, actualmente millones de usuarios producen contenido de forma diaria, muchas veces sin comprender que están utilizando plataformas que han sido entrenadas con información que tenemos en internet o información que tenemos al alcance.
Al final se utiliza la información que está en los medios para poder entrenar los sistemas de inteligencia artificial. En este caso, Warner decidió licenciar y participar, obteniendo ingresos a cambio de autorizar que Udio pueda usar su repertorio para entrenar su plataforma.
Para quienes trabajamos en propiedad intelectual, este caso es un ejemplo perfecto de la transición que estamos viviendo, justamente por el alza de la IA. De hecho, existen múltiples empresas que están desarrollando sus productos basados en IA y que muchas veces, dichas plataformas se entrenan con material que goza de protección.
Este conflicto evidencia la necesidad de que las empresas que operan con IA revisen cuidadosamente sus contratos de licencias, sus fuentes de datos y sus cláusulas de desarrollo tecnológico.
Las obras sujetas a derechos de autor no pueden ser usadas libremente como insumo para IA. Y si se utilizan, debe existir no solo una licencia, sino una licencia que contemple explícitamente el uso para entrenamiento, creación derivada, integración en algoritmos y explotación comercial de los resultados.
Es muy probable que Warner Music esté abriendo un camino que replicarán otras grandes empresas en donde al final la IA deja de verse como una amenaza y empieza a ser un aliado comercial que puede ser útil para nuevos modelos de licencia y explotación. Al final, no se trata de reemplazar a los creadores o autores, sino de encontrar la manera en que la creatividad humana y la innovación tecnológica puedan coexistir, respetando siempre los derechos de propiedad intelectual.
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