Licenciar una marca, a diferencia de venderla, permite conservar la titularidad de este activo, generar ingresos recurrentes y mantener el control sobre su proyección en el mercado.
En el mundo de los negocios, las marcas suelen convertirse en uno de los activos más valiosos de una empresa. No se trata solo de un signo distintivo registrado en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), sino del símbolo con el cual distingo a una determinada empresa o persona, a través del reconocimiento y trayectoria que esta construye con el tiempo.
Sin embargo, en algún momento se podría presentar la disyuntiva si es recomendable venderla o meramente licenciarla. En este sentido, es fundamental entender la diferencia entre ambos conceptos.
¿Qué implica vender una marca?
En caso de que la cesión sea total, el antiguo titular se desprende completamente de ese activo y no puede volver a usarlo, salvo que se pacten limitaciones contractuales accesorias.
¿Qué implica licenciar una marca?
Claramente, corresponde exclusivamente al titular decidir entre estas dos opciones. Lo relevante es contar con toda la información necesaria antes de tomar esa decisión, ya que la conveniencia de una u otra alternativa dependerá de los objetivos que se persigan en el negocio.
Dicho lo anterior, en esta oportunidad queremos destacar la importancia de optar por la licencia como forma de explotación de activos.
¿Por qué elegir licenciar una marca?
La licencia ofrece ventajas estratégicas que van mucho más allá de la mera cesión. En primer lugar, permite mantener el activo en el patrimonio de la empresa o de la persona titular. De esta forma, sigue siendo un bien intangible que incrementa el valor de la compañía o del proyecto, algo especialmente relevante en el mercado actual. Además, la licencia genera ingresos recurrentes a través de regalías o pagos fijos, lo que convierte a la marca en una fuente de rentabilidad sostenida sin necesidad de desprenderse de ella.
En la licencia, las partes pueden pactar todo lo que estimen necesario. En este sentido, el titular puede determinar si la licencia será exclusiva o no.
En caso de que sea exclusiva, solo un licenciatario (tercero) podrá explotar la marca en las condiciones pactadas, mientras que, si la licencia no es exclusiva, el titular tiene la posibilidad de suscribir varios contratos con distintos terceros, lo que claramente generará un aumento de ventas desembocando en mayores regalías.
Asimismo, se podrá sumar la decisión de establecer si la licencia abarcará únicamente el territorio nacional o se expandirá al mercado internacional.
Otro aspecto fundamental es que a través de la licencia el titular puede exigir que el uso de la marca se ajuste a ciertos parámetros o cumpla con ciertas obligaciones con el objetivo de potenciar la imagen de la marca. Además, el titular puede pactar el hecho de obtener regalías como contraprestación económica por autorizar al tercero que utilice su marca, lo cual evidentemente potencia la explotación económica del signo distintivo.
Otra característica relevante es que la licencia se concede por un tiempo determinado, lo que permite al titular evaluar periódicamente la conveniencia de mantener, renovar o poner término a la relación contractual. Y lo más importante: aun cuando se otorgue una licencia, la marca nunca deja de pertenecerle al titular original, quien conserva en todo momento la titularidad del registro y, por lo tanto, sigue siendo dueño del signo distintivo.
Ahora bien, para que la licencia funcione adecuadamente es indispensable contar con un contrato bien estructurado. Allí deben quedar claramente definidos el objeto del acuerdo, el territorio de aplicación, la duración, la eventual exclusividad y las obligaciones del licenciatario, regalías, entre muchos otros.
También es recomendable agregar cláusulas que impidan al licenciatario registrar la marca a su nombre o desarrollar signos confundibles, así como causales de confidencialidad y terminación anticipada en caso de incumplimiento.
Por lo tanto, a diferencia de la cesión, que permite venderla a un precio elevado, esto supone ceder por completo su titularidad a un tercero, mientras que la licencia ofrece una opción estratégica para seguir vinculado al negocio y aprovechar el valor del signo sin desprenderse de este activo fundamental para una empresa o persona.
Es así como licenciar una marca puede ser una estrategia sumamente útil, especialmente cuando uno no quiere desprenderse de dicho activo y, sobre todo, considerando que uno puede expandirse a nuevos territorios, obtener regalías y realizar alianzas con diversos terceros para el uso de la marca en cuestión.
Evidentemente cada empresa o persona debe evaluar que opción se ajusta mejor a sus intereses y objetivos propios, considerando siempre que actualmente nos encontramos en un mundo en donde las marcas son uno de los activos más valiosos, por lo que es fundamental tomar una decisión informada en caso de estar frente a este escenario.
Para obtener más información sobre estos temas, pueden contactar a nuestro Grupo Propiedad Intelectual e Industrial:
Eugenio Gormáz | Socio | egormaz@az.cl
Carlos Lazcano | Asociado Senior | clazcano@az.cl
Fernanda Rodríguez | Asociada | frodriguez@az.cl
Esteban Orhanovic | Asociado | eorhanovic@az.cl
Matías Selamé | Asociado | matiassaleme@az.cl
Sé parte de nuestra plataforma multimedia y podrás recibir las últimas novedades legales, eventos, podcazt y webinars.