A fin de mes serán las elecciones del Colegio de Abogados de Chile y probablemente como casi siempre pasará inadvertido. Ello en parte porque a diferencia de otros gremios profesionales –médicos, profesores-, uno no escucha de paralización de las actividades de abogados. En parte también, porque existe desconocimiento cívico del rol de los abogados en un estado democrático de derecho. Sin embargo la circunstancia que se trate de un gremio poco disruptivo, o que la ciudadanía no comprenda la importancia de la profesión, no hace de ésta una elección gremial más.
En efecto, el desempeño profesional de los abogados en cualquier ámbito del derecho exige por un lado, respeto a estrictas normas éticas y por otro, contar con un respaldo institucional que asegure plena libertad e independencia. Esto que aparece obvio, no lo es. Los abogados al cumplir con sus obligaciones –abogando, asesorando o acudiendo en ayuda de terceros- enfrentan al poder en sus distintas formas. Entre ellas, el poder del Estado que actúa a través de su Consejo de Defensa (CDE) y/u otra de sus múltiples cabezas como el Servicio de Impuestos Internos, Tesorería General de la República, Comisión de Mercado de Valores, o incluso reparticiones públicas de la más variada índole. También el poder de órganos autónomos como el Ministerio Publico o el poder decisivo en la resolución de conflictos que detentan los Tribunales de Justicia.
Así la abogacía obliga a representar celosa y vigorosamente los intereses de los ciudadanos, actuando sin temor a represalias o sesgos de quienes confronta. Por lo mismo, cada abogado debe saber que cuenta con el respaldo de su respectiva orden gremial. Es más, debe saber que frente a la asimetría de poder en cada conflicto jurídico, existe un Colegio de Abogados vigilante y atento a precaver atropellos que impidan ejercer el rol en la forma que un estado democrático de derecho debe garantizar. De allí que el Colegio de Abogados no puede ser un actor silente cuando la democracia y estado de derecho son acosados por vientos totalitarios, como ocurrió en el anterior proceso constituyente. También por lo mismo, el Colegio de Abogados debe prioritariamente defender el rol de la abogacía y preservar su independencia institucional frente al gobierno de turno, para asegurar la efectividad del derecho fundamental de defensa y asistencia letrada como garantía de los derechos y libertades de las personas
En palabras del escritor Claudio Magris, “la ley instaura su imperio y revela su necesidad allí donde existe o es posible un conflicto: el reino del derecho es la realidad de los conflictos y la necesidad de mediarlos”. En ese reino, el rol de los abogados es insustituible, y es por lo mismo esencial contar con un Colegio de Abogados que defienda el libre ejercicio de la profesión y su independencia, velando por la vigencia del estado de derecho.
